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Telecinco contra Pablo Herreros: ¿Estupidez o maldad?

@Su_Urruti

Estaba yo redactando un artículo argumentando por qué existen razones para creer que los periodistas sobrevivirán a los ‘dinosaurios mediáticos’ (a mí me gusta llamarles ‘mediasaurios’) cuando el caso Telecinco vs Pablo Herreros emergió en la pantalla de mi ordenador en forma de fenomenal bomba argumentativa. Durante los últimos días, la comunidad internauta se ha preguntado, patidifusa, qué clase de razonamientos han llevado a los directivos de la cadena a tomar la suicida decisión de revivir un asunto que ya estaba olvidado, que afectó profundamente a su imagen y que culminó con la retirada de uno de sus espacios bandera, La Noria. A TeleCinco “se le han fundido los cables, los plomos y los repetidores”, escribía Bosco Martín en La Información. Enrique Dans señalaba  lo “demencial” de la decisión y, en general, planeaba en el aire la estupefacción: ¿Acaso no conocía Telecinco la fuerza de la Red? ¿Eran sus directivos, llanamente, estúpidos? Mirada con lupa, sin embargo, la cuestión es cuando menos sospechosa: quizás en esta ocasión, al contrario de lo que dice el refrán, la estupidez no sea sino maldad. O, lo que es incluso peor, estemos ante un caso de maldad y estupidez. 

EL ROTO

¿SON LOS DIRECTIVOS DE TELECINCO MALVADOS?

Pablo Herreros, el bloguero que hace un año inició una campaña pidiendo a las marcas que no se anunciasen en La Noria (que acababa de coronarse entrevistando por 10.000 euros a la madre de El Cuco, implicado en el asesinato de Marta del Castillo), explicaba ayer en su blog que conoció su imputación a través de El País, al que la cadena podría haber filtrado la noticia. El sentido común nos dice que si el objetivo de Telecinco fuese económico, aprendida la lección tras el fenomenal varapalo de la primera vez, la cadena debería haber abordado el asunto por la trastienda: y, sin embargo, ha entrado en escena como un feliz elefante en una cacharrería. Con una torpeza, de hecho, tan torpe, que resulta extraña. Como si quisiera, en realidad, hacer mucho ruido.

T5, que se querella contra Pablo por “amenazas y coacciones”, pide para el bloguero una pena de hasta 3 años de cárcel y 3,7 millones de euros en concepto de pérdidas por la retirada de los anunciantes. Una cantidad de la que, de probarse los delitos de los que se acusa a Pablo -ya imputado por el juez- este debería responder con sus propios bienes. Las cifras son tan apabullantes que dan miedo. Y ese parece ser el quid de la cuestión : TeleCinco parece estar queriendo lanzarnos un mensaje que reza ‘quien se mete conmigo la paga’.  

La hipótesis no es descabellada y ya está sobre la mesa. El TAC (Asociación de Consumidores de Medios Audiovisuales de Cataluña) cree que la querella “es una táctica para infundir el miedo a todo aquel que se atreva a denunciar su modelo de negocio, que se lucra, a menudo, con el dolor ajeno, las miserias humanas y la intimidad de las personas”. Enrique Dans también apuntaba a un intento de T5 de ‘elevar las barreras de entrada a quien quiera plantear una protesta o actuación contra ellos’.

Se podría aducir, y con mucha razón, que de todas formas el planteamiento de TeleCinco es tan absurdo que perderá en cualquiera de los casos: si el juez condena a Pablo será una víctima y si no, un héroe. Y sin embargo, quizás no debamos mirar a la resolución de la batalla, sino a la batalla en sí misma. El mero hecho del juicio implica un inmenso desgaste para el inculpado, y TeleCinco lo sabe, como sabe que ‘Pablo somos todos’. Ayer, Pablo confesaba:

“Se pasa miedo, y esa es una de las sensaciones más desagradables para cualquier persona. Para quienes piensen que es fácil implicarse en causas de estas, que sepan que lo que haces en la vida tiene consecuencias para tu propia vida”.

Gane o no Pablo sufrirá ya (y eso es un ‘sí o sí’) lo que se conoce como la ‘pena de banquillo’: el estigma de haber sido imputado, de ser sospechoso (sí, hay aún quien piensa que es un ‘enviado de Antena 3’ para ‘destruir’ a TeleCinco) y el lastre personal y económico que supone cualquier proceso judicial. “¿Os merece la pena?”, parece estar diciéndonos TeleCinco. Quizás, desde su perspectiva, una puntual pérdida de reputación sea un mal menor si con ello se pueden evitar malos tragos posteriores.

¿SON IGNORANTES?

Todo esto, por supuesto, son sólo elucubraciones. Aunque creo que el movimiento de Telecinco es perverso y atenta contra todos los valores democráticos (los que, por otra parte, la cadena jamás ha sabido defender) también pienso que el gesto nace de una ignorancia que comparten, en general, los grandes mediasaurios. En el fondo, siguen tratando a sus audiencias como a mansos rebaños a los que dirigir. No han entendido que, en la Era de la Información, ya no existen los rebaños, ni los cotos privados de pastoreo sobre los que gobernar a placer. Los espacios se están abriendo. Las ovejas no son tales, son ciudadanos empoderados y responsables. Hemos saltado la valla, queremos y podemos implicarnos en el desarrollo de una sociedad más ética.

Vista desde esta perspectiva, la torpeza de Telecinco no es más que el desesperado intento de controlar a lo que ellos perciben como un enloquecido rebaño de ovejas practicando la doctrina del miedo. Desde el otro lado de la valla, gestos de sana implicación democrática como el de Pablo son apreciados por quienes no han sabido saltarla como ‘intrusismos amenazadores’ que deben ser combatidos. Una actitud que, por otra parte, recuerda mucho a la de nuestros políticos, que persisten en sus intentos de mentirnos, coaccionarnos y fabricar distancias con la ciudadanía (llegando al extremo de cercar el Congreso e incluso cerrar sus habituales jornadas de puertas abiertas): señales todas ellas de lo mismo, miedo al pueblo al que, unos y otros, periodistas y políticos, pertenecen y se deben.

Pablo no está solo. Telecinco, como los grandes partidos, como el Gobierno, empieza a estarlo. Los ciudadanos también tenemos un mensaje para políticos y medios: si no reaccionan enseguida, pronto seremos nosotros quienes, devolviéndoles el gesto, les demos la espalda a ellos. Y entonces será demasiado tarde para pedir disculpas.

***

¿QUÉ PUEDES HACER PARA AYUDAR A PABLO?

Firma la petición en Change.org: Firma, porque tú también eres Pablo, y tienes derecho a expresarte libremente por una televisión ética y comprometida. #LavozdePablo

Escribe en los muros de Facebook de los anunciantes y pídeles que se retiren de la cadena temporalmente, hasta que cancele la querella. No queremos que las marcas que consumimos y en las que confiamos financien una televisión que ha demostrado una total carencia de los valores mínimos exigibles en una sociedad democrática: díselo a Pantene, Trivago, Carrefour, L ‘ Oreal o García Carrión. 

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